¿Por qué son tan caros los libros en Kiev?

2012


Según cuenta Walter Benjamin en “El narrador”, ¿Por qué son tan caros los libros en Kiev? fue el título escogido por Nikolai Leskov (1831-18395) para presentar sus primeros escritos. Un compendio de relatos breves ambientados en su Rusia natal que, narrados siempre desde la vivencia y el conocimiento directo, se aproximan más a la figura del cronista (aquel que narra a partir de lo conocido) que a la del novelista; aquel que tiene la capacidad de inventar historias al margen de la experiencia.

Tomando como punto de partida la pérdida del valor de la experiencia de la que habla Benjamin (algo para él marcado tanto por el drama de la Primera Guerra Mundial como por la proliferación sofisticada del novelista en detrimento del narrador tradicional), este nuevo programa sobre los fondos videográficos de Hamaca toma prestado el sugerente título de Leskov para indagar en la actitud e intención de algunos artistas actuales frente a la narración de la experiencia. Un ejercicio de transmisión y amplificación de lo vivido, que al fin y al cabo no dista mucho de la condición artesanal que caracteriza la prosa del escritor ruso.

¿Por qué son tan caros los libros en Kiev? invita a una secuencia narrativa confeccionada por trabajos recientes de Javier Loarte, Fermín Jiménez Landa, Alex Reynolds, Jorge  Satorre, Tamara Kuselman y Daniel Chust Peters. Y pese a tratarse de una selección de piezas de video-arte, resulta pertinente hablar de artesanía, al menos en los términos que lo hace Benjamin.  Así, los seis capítulos del programa se caracterizan por un uso consciente de ciertas “formas artesanales de comunicación”. Un modelo narrativo de tradición oral cuyas historias no se construyen sin más a partir de contenidos e informaciones, sino que se van presentando gradualmente a base de estrategias de complicidad con el receptor; ya sea a través de interpelarnos directamente (una voz en off, un texto sobre las imágenes …), ya sea a través de convertirnos en la propia cámara, y por tanto en testimonio presencial dentro de la acción.

En primer lugar, Me llamo Roberto Delgado (2010) de Javier Loarte propone un viaje a través de Google Maps por las calles del barrio madrileño donde vive. Un sencillo e irónico relato en primera persona con el que el artista presenta algunos de los espacios y  personajes más significativos de su lugar de pertenencia. En definitiva, un entorno tan anodino y a la vez tan singular como cualquier otro rincón de cualquier otra ciudad.

A continuación, Himno nacional (2011) de Fermín Jiménez Landa supone la narración eufórica de un gesto inútil y poderoso: la conquista simbólica de un pequeño islote desahitado en las costas griegas a través de otorgarle un himno específico y dejarlo sonar a todo volumen. Un acto disfuncional y absurdo que cuestiona de manera amable pero radical las convenciones oficiales y políticas que nos definen.

Oveja, Buey, Viento (2009) de Alex Reynolds narra la experiencia concreta de la artista en Cerdeña, donde viaja para realizar un proyecto artístico que finalmente no acaba de ser lo ella espera. Un metarrelato narrado por dos personajes reales (ella y Virginia, la operadora de cámara que le acompaña) que utiliza la vivencia personal para explorar elementos cinematográficos como la expectativa, la frustración, el suspense o la tensión dramática.

Y si en el vídeo de Alex Reynolds la historia narrada depende del desarrollo de un suceso inesperado, Jorge Satorre retoma en The Barry's Van Tour (2007) la narración exclusivamente visual de una acción simple: la reparación de la vieja furgoneta de Barry, un pescador de la isla de Sherkin (Irlanda), que tras morir quedó abandonada en las afueras del pueblo. Un homenaje póstumo que implica el traslado del vehículo a un taller mecánico y su posterior retorno – esta vez circulando – a su lugar de origen.

Recuperando de nuevo la voz en off como eje central del relato, Un futuro certero (2011) de Tamara Kuselman suscita una labor de especulación visionaria sobre las continuas decisiones que un artista ha de tomar ante el hecho expositivo. Para ello, Kuselman toma una opción de alto riesgo: delegar sus contenidos estéticos y conceptuales a lo que le diga una vidente.

Finalmente, el programa cierra con Saltar per l’aire (2007) de Daniel Chust Peters. Una aproximación poética al habitual desdoblamiento del artista en su taller que ahora, en plano fijo y a escala real, vemos descender lentamente por la ladera de una montaña. Una imagen idílica (un paisaje natural, romántico) que despide el programa con un gesto de renuncia a cualquier idealismo: la decisión firme de concentrar su obra en la representación crónica de su lugar de trabajo; un gesto que a su vez deja de lado cualquier visión artística y particularizada del mundo.

Ya para acabar, podemos decir que los seis capítulos de ¿Por qué son tan caros los libros en Kiev? mantienen las dos premisas básicas que Benjamin manifiesta como condición propia del narrador. Por un lado, su facultad para dar a conocer una experiencia real (vivida o referida); por el otro, su capacidad para convertirla además en experiencia para aquellos que escuchamos el relato. Dos principios ajenos al artificio de la ficción que, de algún modo u otro, nos invitan a conocer historias fieles a lo acontecido, sin invenciones.

Programa (por orden de proyección)

Javier Loarte. Me llamo Roberto Delgado. 2010 (8 min)

Fermín Jiménez Landa. Himno nacional. 2011 (5'35 min)

Alex Reynolds. Oveja, Buey, Viento. 2009 (18'38 min)

Jorge Satorre. The Barry's Van Tour. 2007 (13'25 min)

Tamara Kuselman. Un futuro certero. 2011 (3'48 min)

Daniel Chust Peters. Saltar per l’aire. 2007 (5 min)


  • Durada: 00:45:00

Curadors

  • David Armengol

Obres